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Mostrando las entradas de diciembre, 2020

Una navidad, un negocio y una carrera

#UnaHistoriaQueNuncaAntesHabíaContado   A comienzos de los 80, década de muchos, pero muchos recuerdos, vivíamos en Caricuao, Caracas, específicamente en la Terraza Canagua de la UD4. Mamá tenía sus tiendas en Metro Mercado Capitolio y todos sus hijos éramos empleados temporales para los días de las ventas locas navideñas. Pero en 1981 o 1982, no lo recuerdo bien, decidí emprender mi propio negocio para el 24 en la noche: la venta de fuegos artificiales. Hoy en día cuando lo recuerdo estoy bien seguro de que ese espíritu emprendedor me venía por mamá; siempre pendiente de producir, de hacer negocios.   Esa navidad, en un momento cualquiera, me acerqué a los alrededores de la plaza El Venezolano y la Avenida Universidad, allí estaban todos los vendedores detallistas y mayoristas de fuegos artificiales. Con el dinero que mamá me pagaba semanalmente, decidí invertirlos en comprar traqui-traqui, luces de bengalas, silbadores, siete colores y quién sabe que otros productos. Lo que es bien c

Rebecca Sarfatti, amiga, una gran amiga

  #UnaHistoriaQueNuncaAntesHabíaContado   No tengo certeza de cuándo conocí a mi querida amiga Rebecca Sarfatti, de lo que si estoy seguro es que ocurrió en uno de esos momentos de aventuras políticas por nuestra querida Venezuela en las que me he involucrado desde que inicié mi activismo en tierras canadienses. Seguramente fue en 2012, a través de VenMundo, Venezolanos por el Mundo, cuando la emoción de la posibilidad de un cambio político en nuestro país nos acercó.   Pero no quiero en este relato hablar de política —lo que tanto apasiona a Rebe—, no. Quiero hablar de la mujer en la que se ha convertido, siendo vecina del mismo país que nos adoptó a ambos con poco más de 4.000 kilómetros de distancia por medio, ella en Toronto y yo en Calgary. Una amiga que es casi una hermana de vida. Que ha compartido tantas y tantas horas de conversas y que me ha llegado a conocer lo suficiente como para que, a pesar de mis ‹‹pataletas››, como las llama la amiga Adriana, sea tan paciente que siemp

Con la pluma y con el frac, un hermoso regalo de papá

#UnaHistoriaQueNuncaAntesHabiaContado   A comienzos de 1991 leí en el diario El Nacional un aviso publicado por la embajada de Francia en Caracas, invitando a participar en un concurso que ofrecía becas del Instituto Internacional de Administración Pública de París, para un curso de postgrado. Emocionado, decidí acercarme a la embajada e investigar un poco más sobre la oferta. Me postulé y de inmediato comencé a tomar clases en la Alianza Francesa de Chacaíto para poder presentar el examen de francés.   Avanzado un mes en el curso, le comenté a mamá sobre mis intenciones y ella pregunta: “¿cuánto tiempo dura el curso?”, le respondí: “dos años”, ella: “vaya, muy bien, entonces quiere decir que te vas y nos vas a dejar a tus hermanos pequeños y a mí por todo ese tiempo”. No le respondí, y me quedé con ese comentario rondando en mis pensamientos por unas cuantas semanas más, hasta que un día me sentí culpable y decidí no continuar con el proceso para optar por la beca.   Avanzado el año,