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Mostrando las entradas de marzo, 2023

Aurelia, una camioneta roja y un alcalde preocupado

#UnaHistoriaQueNuncaAntesHabíaContado Aurelia Sutil es una mujer muy especial, amiga mía. Vive en Marizapa, una comunidad vecina de Caucagua, la capital del municipio Acevedo, entrada al pulmón vegetal, Barlovento, esa región del estado Miranda que tiene una humedad altísima todo el año; donde el tambor repica duro el Día de San Juan; en donde muchos de los que creen en espíritus y conversan con otros seres, se dan deleite; en donde usted puede encontrar uno de los mejores cacaos del mundo. Eso y mucho más, es Barlovento. Allí llegué de la mano de mi amigo José Luis en 1999. Lo había cruzado infinidad de veces, viajando de Caracas al oriente de Venezuela, con paradas ocasionales, muy ocasionales, en La Encrucijada de Caucagua,  o El Guapo, o Cúpira. Jamás pensé que llegaría a trabajar allí, mucho menos a vivir. Allí la conocí, una líder comunitaria que se esforzaba por conseguir beneficios para sus comunidades y habitantes. Por lograr «justicia social». Básicamente por servir, nada más

Carla, el sillón dental y una siesta

  #UnaHistoriaQueNuncaAntesHabíaContado   Creo que conocí a las hermanas Coccorese, Vittoria y Carla, después de 1989, luego de celebrada las elecciones de la Juventud Revolucionaria Copeyana, porque me había incorporado al equipo de la secretaría de Formación y Doctrina que dirigía mi amigo José Luis Mejías y que tutelaba ese gran político, ensayista e intelectual venezolano como lo fue Guillermo Yepes Boscán. Organizamos el trabajo por regiones de Venezuela y a mí me tocó el estado Nueva Esparta, la querida Isla de Margarita, donde ellas vivían.   El trabajo era bien interesante porque teníamos la responsabilidad de recorrer el país, unos muchachos, como lo éramos, promoviendo la formación ideológica y doctrinaria del ideal socialcristiano, del humanismo cristiano, aterrizado en los ámbitos de trabajo juvenil, particularmente en los colegios, liceos y universidades. Fue una época hermosa y de mucha discusión frente al pragmatismo político de muchos. En realidad, no entendía, en ese m

Amanda, su renuncia y cómo nacieron unos exquisitos bombones de chocolate

#UnaHistoriaQueNuncaAntesHabíaContado Luisa Amanda González de García, la querida Amanda, es una señora mayor que, de solo verla, uno se enamora de ella. Eso no es de ahorita, me pasó la primera vez que la vi, en 1999. Si mi memoria no es mala, la conocí aquel final de 1999 en el que Venezuela vivió unas de las tragedias que más nos han tocado.  Ocurrió el deslave de Vargas y el rompimiento del embalse de El Guapo, en el estado Miranda. Lo de El Guapo impactó toda esa zona de Barlovento y llegó hasta Los Leones, su pequeña hacienda en la zona agrícola de Manatí, camino a Agua Clara, muy cerca de la comunidad de San José de Río Chico. En esos días la conocí, ataviada para toda la ardua faena de limpieza que le venía. Aún recuerdo esa imagen. Ya debía tener algunos años en la zona, en ese espacio que escogió para su retiro, y del que nunca imaginó en qué terminaría.  Conversar con ella era transportarse y salir de la zona en la que estábamos. Destacaba, no solo por su color de piel, sino