Cuando me enteré de la existencia de Don Jediondo me llamó la atención su
famoso video del examen de la próstata. Confieso que reí sobremanera y tomé la
decisión, en ese momento, de invitarlo a Calgary a una presentación. Muchos
amigos, colombianos todos, me dijeron: ese hombre es muy vulgar. Pensé y les
dije, y aún lo sostengo, que los humoristas no son más que el reflejo, el
espejo, de nuestra cultura cotidiana, de lo que sociológicamente somos. Es una
realidad, véase en lo vulgar o cuando se burlan del poder o simplemente de
nuestra adversidad diaria. Son, en consecuencia, personas muy inteligentes,
capaces de desarrollar una agilidad mental que algunos envidiamos.
Me monté en el proyecto de traer a Don Jediondo a Calgary como parte del gran proyecto Calgary con Humor. Pero tuve que decidir cancelar su show. Fue un fracaso económico. Sólo vendí 71
entradas para un teatro de 400 personas. Conté con el apoyo de César Castillo y
su red de Amigos Colombia Calgary; el de Alex Pinzón y El Reventón; de César
Rendón y La Prensa. A pesar de todo ese esfuerzo y apoyo, lo tuve que cancelar.
Pero, y hoy sé que nada pasa por casualidad, Pedro y yo decidimos ya que
habíamos pagado los pasajes, que él y su familia se vinieran a Calgary y, si
había oportunidad, hacer un pequeño show. Así fue. Dalila y Fabio, de Tropical
Corner, decidieron apoyarnos y hacer el show en su local. Como me ha pasado con
todos los eventos que he organizado, disfruté muy poco del show, estaba más
ocupado en que las cosas salieran bien.
Cuando conocí a Pedro Gonzáles, en mayo de 2010, me sorprendió mucho.
Conocí a un hombre con una calidad humana muy grande, muy noble. Me llamaba la
atención la forma en que demostraba inmenso amor por María Eugenia, su esposa, y
sus dos hijos varones. Llamaba a cada instante a su hija en Bogotá. Que señor
para demostrar una calidad humana. Le dije: Pedro, hay una señora dueña de un
pequeño local de comida colombiana, Teresa Gallo, a la que me gustaría que
visitaras, su restaurante se llama Colombian Flavor, es muy bueno. Me dijo: pues
dele Don Josué, vamos a visitar a Doña Teresa. Allá fuimos a almorzar.
Pero hubo un detalle durante todos esos días que me llamó poderosamente la
atención. La persona más cercana a Pedro en su trabajo, su Manager, su asistente
era María Eugenia, su esposa. Eso no era lo extraño. La sorpresa fue saber que
ella era Cristiana. Si, una mujer que practicaba la fe a la que yo me entregaría
meses después sin que yo tuviera la más mínima idea de que iba a ocurrir. Me
preguntaba cómo ello lo aceptaba, cómo hacía. Yo, desde mi mundo católico y,
cosa no rara en mí, dogmatismo, no lo podía entender. Le pregunté a Pedro, no a
ella, cómo hacía ella para vivir con Don Jediondo, me dijo: por amor Don Josué,
por amor.
Relato esta historia porque esta noche me sorprendió y dio una alegría
enorme saber que Pedro González decidió que Jesús, nuestro redentor, el más
hermoso de los hombres, lo encontrara. Pedro decidió aceptar a Cristo en su
vida. http://www.eltiempo.com/gente/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-11489285.html
¿Me sorprende? Si, por supuesto. ¿Debería estarlo? No debería. ¿Por qué?
Porque el amor es el elemento fundamental en nuestras vidas. Amor es Dios y Amar
es una decisión que está en Nosotros, en cada uno y es tan sencillo como duro
tomar la decisión.
No dejo de imaginar, de ver, a María Eugenia tanto como sus hijos orando y pidiendo todos los días por su esposo, por su Papá. Ellos decidieron
amarlo. Hoy dejo la sorpresa atrás y vuelvo a encontrarme con la Verdad, con la
razón de nuestras vidas: Cristo y el Amor a Él.
Estas líneas me dicen: nada ocurre por casualidad en la vida. Yo tenía que
conocer a Pedro, a María Eugenia y a sus hijos. Ellos tenían que conocerme. Dios
nos cruzo en el camino para decirnos: Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Nadie llega al Padre sino por mi. Juan 14:6 (NVI)
Calgary, 5 de abril de 2012
Comentarios