
Muchachos que pueden muy bien
estar pendiente de una rumba, de terminar su semestre o de practicar cualquier
deporte, están arriesgando día a día sus vidas por recuperar la libertad que
nos está arrebatando un gobierno que por más apoyo internacional que genere su
gestión de proxeneta, ha mostrado su real faceta, la de una tiranía que no
respeta para nada los derechos humanos, mucho menos la libertad.
Durante los 60, 70 y 80 América
Latina vivió, particularmente Centroamérica, momentos en los que al solo
levantar la vista desde Venezuela se veían muy pocas democracias o democracias
muy frágiles en la región. Nuestros gobernantes venezolanos, con todas las
fallas que tuvieron a lo interno y de quienes tanto nos quejamos, tuvieron la decencia
de abocarse a trabajar para que en esos países volviera el respeto por la
dignidad de la persona humana, de la práctica de la democracia, de la libertad.
Uno de esos dirigentes a quien se le atribuye un esfuerzo incansable, al igual
que una humildad y pasión por la libertad plena del hombre, fue Arísitides
Calvani.
¿Y por qué lo recuerdo? Porque
cuando de joven y comenzando mis tiempos de diplomático conocí y conversé en
diversas ocasiones a quien ya en 1992 era embajador, me refiero a Roy Chaderton.
Aún están fresca en mi memoria las palabras de Chaderton: “entré al Servicio Exterior, a la cancillería, de la mano de ese gran
humanista, de ese gran defensor de la democracia en la América Latina como lo
fue Arístides Calvani, mi maestro. Lo conocí siendo dirigente estudiantil de la
UCV, época en la que nos enfrentábamos a los intolerantes de la izquierda que nos
agredían por pensar distintos, a los que éramos socialcristianos”.
En un nota que publicó en su
Facebook, el expresidente guatemalteco Vinicio Cerezo comenta que Arístides
Calvani le decía: “La democracia hay que
establecerla donde no la hay, hay que consolidarla donde ya se ha establecido,
y hay que perfeccionarla cuando ya se ha consolidado”. También le enseñó
que “Uno no podía mostrar ni debilidad ni
prepotencia, sino hacer lo correcto”.
La chequera petrolera venezolana ha
hecho de las suyas estos últimos años. Ha llenado nuestra historia americanista
de un momento que recordaremos como pesado y negro, cuando 29 países en la OEA,
incluyendo a todos los centroamericanos, les dieron la espalda a nuestros
estudiantes, a nuestra libertad, a nuestro futuro con dignidad.
Los que tuvimos cercano al
pensamiento y acción de Arístides Calvani, bien a través de personas que lo
conocieron muy bien, o de sus hijos Maribel o Pedro Pablo, con quienes tuvimos
breve contacto, estamos seguros que si él estuviera vivo le daría una nueva
lección a su alumno Roy, recordándole lo que tolerancia y democracia significa,
reiterándole lo que libertad y respeto por la dignidad del ser humano debe ser
entendido o simplemente demostrándole con suma paciencia y amor lo que la búsqueda
y respeto por la verdad y la justicia significa.
Que mal alumno resultaste ser
Roy, cuanta falta hacen los Aristides Calvani en nuestra diplomacia.
Calgary, 13 de marzo de 2014
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